Los libros de historia nacional cuenta que la Revolución Mexicana inició el 20 de noviembre de 1910, pero la historia oficial inicia en Puebla, dos días antes, con los hermanos Serdán: los primeros mártires del movimiento. Fueron ellos quienes bajo los ideales de libertad y democracia, lucharon antes que nadie por un cambio en la sociedad mexicana.
Cuando en 1908 el entonces presidente Porfirio Díaz declaró en una entrevista que México estaba listo para la Democracia y que veía con agrado la creación de partidos de oposición en el país; los hombres y mujeres que buscaban un cambio vieron en esas palabras los primeros indicios del “cercano progreso”.
Aquiles Serdán, el menor de tres hermanos, fue uno de los hombres con espíritu antirreeleccionista que apoyó, desde el inicio, a Francisco I. Madero; en Puebla, Serdán fundó el club político: Luz y Progreso el que editó el semanario La No Reelección y cuyo tiraje fue muy corto debido a la falta de fondos de los miembros del club.
Máximo Serdán, hermano menor, fue de los primeros revolucionarios que lucharon en una notoria desventaja contra los casi mil soldados que el gobernador envió para terminar con los rebeldes.
Carmen Serdán, hermana mayor de Aquiles, fue de las pocas sobrevivientes de ese conflicto; ella subió armada al techo de su casa para incitar a los vecinos a unirse a la lucha, fue herida por una bala y, después del enfrentamiento, encarcelada junto con su madre en la cárcel de la Merced.